26 jun 2011

Día 14: Winslow - Grand Canyon

Al final aquí estamos, vivos y enteros, pero eso no quiere decir que no hayamos tenido el culo apretado un buen rato esta tarde. Antes de explicar el porqué, empezaremos por el principio.

Meteor Crater:

Como su nombre indica, el Meteor Crater es exactamente eso, un cráter de más de 2 km de diámetro causado por el impacto de un meteorito hace 50.000 años. Para visitarlo hay un museo construido en uno de sus bordes, en él hay varias curiosidades relacionadas con los meteoritos y unas plataformas de observación con unas vistas muy buenas del interior del cráter y del desierto en que se encuentra. Es digno de ver, pero me parece que 15$ por cabeza es un poco caro, sobretodo contando que ayer pagamos 10$ en total para ver la maravilla del Painted Desert. Y es que el cráter tiene unos competidores muy duros en Arizona.



El Grand Canyon:

Después del Meteor Crater, hemos ido a Williams para localizar el motel en que pasaremos las próximas dos noches y luego hemos enfilado la carretera 64 hacia el norte, a través del inesperado e inmenso Kaibab National Forest, para contemplar una de las maravillas naturales del mundo: El Gran Cañón del Colorado.


Hace meses, cuando estábamos planeando el viaje, decidimos que una ocasión tan especial como una visita al Grand Canyon, merecía una entrada también especial, así que reservamos asiento para sobrevolarlo en helicóptero. Lo que antes era tan buena idea, hoy no lo parecía tanto, porque durante todo el día ha estado soplando un viento bastante fuerte que ha empezado a sacar al M.A. Barracus que hay en mí. Por suerte o por desgracia, el tour ya estaba pagado y no era reembolsable, así que... ¡P'arriba!


El cacharro se movía como una mala cosa y todos los que íbamos dentro estábamos un pelín acojonadetes, así que para no pensar, nos hemos concentrado en la maravilla que se veía por las ventanas. Lo primero ha sido sobrevolar el bosque Kaibab, mientras nos íbamos acostumbrando a la nueva experiencia del helicóptero.


Luego, a lo lejos, se empieza a apreciar el perfil del Gran Cañón y su espectacularidad, pero cuando se llega al borde y de golpe el suelo se hunde a 1.600 metros de profundidad... no hay palabras:






Al final, hemos cruzado a la otra orilla del Colorado y de vuelta al aeropuerto. Hemos pasado muchos nervios por el bamboleo del helicóptero, pero la sensación que se tiene desde ahí arriba es tan espectacular que deja al miedo en un segundo plano. Mañana nos acercaremos otra vez para ver que excursiones a pie se pueden hacer, y seguro que volveremos a maravillarnos con esta joya de la naturaleza.





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