Y es que estamos en Nuevo México, y aquí las raíces hispanas siguen presentes en más del 40% de la población. Realmente si nos dijeran que hemos cruzado la frontera y hemos pasado al auténtico México nos lo habríamos creído.
Una vez que hemos dejado atrás el área metropolitana de Alburquerque es cuando hemos empezado a disfrutar de verdad del día. Hoy no había prácticamente ninguna atracción a pié de carretera para ir parándose como hasta ahora, la atracción era la carretera misma. Al igual me pongo pesado con el tema de los paisajes, pero es que las fotos no hacen justícia a las vistas que estamos teniendo estos días. Hoy especialmente, ir por ejemplo subiendo un repecho y al llegar arriba soltar un "oooooh" de admiración al encontrarte una recta que se pierde en el horizonte y unas montañas desérticas a lo lejos.
Otra cosa que le da encanto al viaje, y hoy nos hemos cansado de verlos, son los trenes de mercancías. El otro día comenté que había contado 72 vagones en uno de ellos. Nada, eso es calderilla comparado con los convoys de cientos de contenedores, depósitos, remoloques de tráilers, vagones de carbón... ¡Si necesitan de varias locomotoras para moverlos! Aquí en Nuevo México hay montones de vías para este tipo de trenes, y continuamente se cruzan o van paralelas al recorrido de la 66. Esto, combinado con el desierto como telón de fondo, da para imágenes de postal. La cámara no para.
Hemos hecho una pequeña parada en lo que se conoce como el Continental Divide. El punto a partir del cual, las aguas van a parar al Pacífico o al golfo de México. Una excusa como otra cualquiera para montar otro puesto de venta de souvenirs en la 66. Esta vez de temática "artesanía india" más que de la ruta en sí, y es que no en vano estamos en tierras de los Navajos.
Con esto de los souvenirs hay que andarse con ojo, porque nosotros hemos hecho el primo a base de bien. Cuando empiezas la ruta estás con la cartera llena y todo lo que te encuentras te lo quieres comprar: tazas, gorras, imanes de nevera, camisetas...Hasta que van pasando los kilómetros y te das cuenta que más o menos en todos los sítios tienen los mismos productos. Y no solo eso, cuanto más avanzas, más va bajando el precio de las cosas. Se te queda cara de tonto al ver que lo que antes valía 25, ahora vale 14. Así que el briconsejo de hoy es tener paciencia. El Route Museum de Clinton es una buena opción para los regalos y recuerdos de rigor, lo tienen casi todo y los precios están bien.
Y por último, hemos comido en el restaurante de El Rancho Hotel, en Gallup. Local famoso por las estrellas de Hollywood que antaño se alojaban en él, pero no por la calidad de su cocina. Lo mejor el camarero Mexicano que nos ha atendido, que juega en un equipo de fútbol al que han bautizado como Barcelona, pero que es fan del Real Madrid y de Hugo Sánchez. He dudado si debía dejarle propina.
Por Gallup hemos dado un breve paseo, pero aquí en EEUU se recogen pronto y ya estaban cerrando los comercios. Esta ciudad destaca porque en su centro tiene la mayor cantidad de Trading Posts de los EEUU. Esto son puestos de comercio en los que las tribus indias venden sus productos de artesanía, mayoritariamente joyas, pero también prendas de vestir y toda clase de objetos relacionados con su cultura.
Como el sol no nos dejaba en paz y en este país no existe la sombra, hemos acabado la tarde en remojo en el jacuzzi del motel. Aquí el 90% de los moteles tiene jacuzzi y piscina cubierta, pero hasta ahora no nos habíamos podido dar el lujo porque es que no paramos, y eso que estamos de vacaciones.
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