Luego, tras nuestro primer Hot-Dog comprado en un puesto ambulante, nos hemos dirigido al puente de Brooklyn para cruzarlo a pie. Según se avanza, se nos van mostrando la mayoría de los monumentos que uno puede querer ver en Nueva York: a lo lejos el Empire State y el Chrysler Building, más cerca, el nuevo World Trade Center, y un poco más allá, la estatua de la libertad.
Pero lo que más nos ha gustado son las vistas desde la otra orilla, la de Brooklyn, y desde éste rincón en especial:
Se trata de una pequeña playa de guijarros, al pie del Manhattan Bridge, donde la vista es fenomenal. Los dos puentes y el skyline de la ciudad al fondo, conforman esa imagen que todos tenemos de New York, y que vale la pena admirar relajadamente.
Al otro lado del puente de Brooklyn se encuentra el Brooklyn Bridge Park, un parque al que los Neoyorquinos acuden para tumbarse en la hierba, comer algo, o simplemente sentarse en un banco a mirar la ciudad. También nos ha encantado, y seguro que volveremos para ejercer cualquiera, si no todas, las actividades aquí mencionadas.
Otra cosa que también nos ha gustado ha sido el camino de vuelta al hotel. El anochecer nos ha cogido cruzando el puente de Manhattan, que aunque no sea ni de lejos tan conocido y turístico como el de Brooklyn, ofrece una panorámica preciosa de la ciudad y sin el agobio de las multitudes. Y a pesar de ser ya de noche, en ningún momento nos ha dado sensación de inseguridad, mas allá de las vibraciones cada vez que lo cruzaba un tren.
Controles de seguridad y sustos Ya estamos en el hotel de Nueva York, en pleno barrio de Chinatown, ahora saldremos a tomar contacto con la ciudad, pero os queremos contar un par de malos tragos que nos han hecho pasar la seguridad y las aduanas... |
Día 2: Muchas cosas buenas...y el metro El día de hoy ha sido completo, improvisado y agotador. Para no dejarme nada vamos a organizarlo un poco por partes... |
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